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Testimonio sobre Manuel Acosta Ojeda

Publicado: 2015-05-24


Tuve la oportunidad de conocer a Manuel Acosta Ojeda en el año 2013, cuando trabajaba en el Servicio de Parques de Lima- SERPAR y se me pidió definir los nombres de personas ilustres del distrito del Rímac que puedan permitirnos dárselo a las instalaciones del CREA Cápac Yupanqui, una red de centro culturales que se estaban construyendo en los parques zonales, ubicado en el distrito del Rímac.

Gracias a la amistad que guardo con Augusto Lostaunau Moscol, historiador y mi profesor en la universidad, me dio el alcance de que Manuel Acosta Ojeda, un prolífico músico y cantautor vivía en el Rímac y que conocía sólo por lecturas generales sobre la música popular limeña.

Es por este motivo que nos contactamos con Ernesto Toledo Bruckman, amigo de antaño de MAO (como lo llamaban sus amigos y familiares), y nos permitió tener la ocasión de comunicarnos con Celeste Acosta, hija del maestro Acosta Ojeda, eterna admiradora de su padre y la más prístina evidencia del amor de una hija a papá.

Así, tuvimos la oportunidad de concretar una entrevista con don Manuel, quien nos recibió en su casa en el Rímac, exactamente ubicada en la primera cuadra de la avenida Francisco Pizarro, donde los primero que me llamó la atención fue que en la quinta en la que vivía todo mundo lo conocía y se sentía orgulloso de vivir cerca de él. Uno de los vecinos de MAO nos precisó:

“¿tú sabes lo que es vivir al lado de Manuel Acosta Ojeda? Es un honor tener cerca un hombre como él. Mi padre ha bailado y ha llorado emocionado con sus canciones, además de compartir una vieja amistad…”

Visitarlo, fue conocer de cerca la historia del país a partir de su testimonio de vida. La gran amistad que cultivó con Carlos Hayre, la anécdota de la hermosa fotografía que comparten con Hayre y Nicomedes Santa Cruz, la visión que tenía sobre el país y de cómo empezó a cultivar su amor por la música. Conocí entonces a un hombre que había sintetizado en su vida lo mejor del Perú: una condición de convivencia intercultural en sus letras que fueron interpretadas en diversos ritmos musicales, tales como el vals, la mulisa y el huayno, lo que rompía con esa dualidad, que acaso evidencia la fragmentación social y cultural que vivimos en el país, entre lo andino y lo criollo.

Además de músico, Manuel Acosta Ojeda fue un importante investigador de la música popular, que permite conocer diversos momentos del desarrollo de la misma y que hoy formarán parte de los aportes a los estudios sobre cultura popular.

A pesar de sufrir diversas dolencias, nunca perdió la lucidez y ese sentido del humor fino que todos han reconocido y que tuve la oportunidad de apreciar. En un momento de la visita, cuando llegó una de mis compañeras de trabajo quiso levantarse para saludarla, pero inmediatamente Celeste, su hija, le dijo que debía mantenerse sentado y para ocultar la coquetería atinó a decir: “lo que pasa es que me paro muy bien, pero me siento muy mal…” despertando la sonrisa de todos quienes compartíamos esta conversación.

Ahí también estaba un cuadro que habían elaborado de él, en la que se veía su retrato sentado en una mesa escribiendo y en cuyo fondo de la habitación, del cuadro, se veían las imágenes de Felipe Pinglo Alva y José Carlos Mariátegui, que evidenciaba, no sólo su veta creativa, sino también su apuesta política y de compromiso social.

Gracias a esa tarde, que recuerdo fugas, por el gusto de haber compartido tan buena conversación, logramos que MAO nos permitiera dar su nombre a la biblioteca del centro cultural del parque Cápac Yupanqui, el cual era justo y merecido, ya que un reconocimiento a su labor, pequeña como la que pudimos ofrecer.

Gracias Manuel por permitirme conocer, a través de tu música, lo mejor del vals peruano, no por algo eres, después de Felipe Pinglo Alva, el máximo exponente de este género en el Perú, así también lo hizo saber Chabuca Granda en una entrevista para la revista Dominical del diario El Comercio, en el año 1955, cuando consultada por quién era el sucesor de Pinglo, ella respondió: Manuel Acosta Ojeda.

Gracias por todo maestro.


Escrito por

Damiler Díaz Terán

Padre. Antropólogo. Hincha del Deportivo Municipal. Amante de leer todo sobre historia...


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