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Una opinión para sumar a un debate necesario…

Publicado: 2015-06-13


Esta semana Steven Levitsky y Sinesio López intercambiaron diversas opiniones sobre la izquierda peruana y el rol que debe asumir para alcanzar y constituirse en una alternativa política para el país.

A pesar de ser perspectivas distintas entre sí hasta la generación del debate creo que es importante que un diario sea el espacio de un intercambio de ideas sobre un asunto en particular y de trascendencia como es el escenario político y electoral del país, que nos saca de la rutina de las noticias cotidianas que nos tiene acostumbrado la prensa.

Para quien escribe estas líneas este debate resultó por lo demás relevante, por haberme definido desde los 17 años como un simpatizante, aunque no militante, de izquierda y que por motivos académicos y laborales (estudiar antropología y trabajar en la gestión de Susana Villarán) fue y es testigo de parte de las vicisitudes de una izquierda que parece naufragar en el esfuerzo por constituirse como alternativa política para el país.

Creo que los tres puntos expuestos por Levitsky, para reformular una alternativa de izquierda peruana no son del todo equivocadas, aunque no estoy de acuerdo al cien por ciento en ellas.

El primero de estos puntos está referido a romper con las generaciones anteriores para refundar una izquierda que tenga en los jóvenes un nuevo rostro y nuevas ideas, el cual debía romper con sus diversos representantes: intelectuales, dirigentes y voceros. Aunque Sinesio cree que este rompimiento es una medida innecesaria, creo que en este punto Levitsky tiene toda la razón.

Fue la izquierda de los 60, 70 y 80 quienes son los responsables de haber llevado a esta alternativa política al fracaso electoral de 1990 y a la casi desaparición del escenario político del país ¿por qué? Aunque Sinesio López señala que el mayor aporte de su generación fue constituir la Izquierda Unida y llevarla al sillón municipal de Lima, no precisa que esta alianza no fue política: ideario, planes, estrategias, propuestas políticas; sino un esfuerzo electoral que no tuvo la solidez necesaria para alternar políticamente en el escenario electoral del país, secundando muchos de sus dirigentes al gobierno de Alan García, aplaudiendo eufóricamente muchas de sus medidas, como la estatización de la banca, mientras que muchos de sus intelectuales asistían continuamente a palacio por invitación del mismo García, sin olvidar que Barrantes no forzó la segunda vuelta electoral de 1985, asistiendo tácitamente a una oposición deslucida que no optó por asumir sus papel opositor desde el mismo momento de las elecciones. Y ni qué decir del actuar en las elecciones de 1990 en la que junto al APRA apoyaron a Fujimori para la segunda vuelta electoral en contra de Vargas Llosa, cuando la primera opción fue forzar la anulación de las elecciones promoviendo el voto blanco o nulo del más del 70% del electorado.

La generación de Sinesio López, fue la responsable de encumbrar a García en el poder, de apoyar a Fujimori, de apostar por el segundo lugar después del APRA, prestando equipo técnico e intelectuales, afirmando que su máximo intelectual de la izquierda era Pablo Macera, cuando siempre mantuvo una simpatía abierta por el APRA, relegando al mejor intelectual de su generación, Alberto Flores Galindo, a los círculos intelectuales y académicos, por su abierta discrepancia a varios hechos que tomaba como decisiones la dirigencia nacional.

El segundo punto expuesto por Levitsky, referido a dejar de lado las consignas y símbolos de la izquierda tradicional, es necesaria por la caracterización que hace el mismo Levitsky de la sociedad peruana. Olvidamos que el marxismo es una creación teórica en el contexto de la revolución industrial y sus conceptos son aplicables a su tiempo, pensar que el marxismo es aplicable a nuestra realidad es equívoco. Entendiendo esto, José Carlos Mariátegui dedicó su mayor esfuerzo a desarrollar un proyecto político en el que se aplicara el marxismo a la realidad peruana de su tiempo, al igual que José María Arguedas y Alberto Flores Galindo, desde diferentes ámbitos académicos.

Ahora bien, tiene toda la razón Sinesio en declarar que la fórmula de Levitsky, referida a enarbolar la consigna de una mejor y mayor distribución por parte de la izquierda es un síntoma de afirmarse, no en un proyecto socialista, sino en un proyecto social demócrata.

El tercer punto que refiere Levitsky en la que define que la izquierda debe repensar su base social está relacionado directamente al punto que hemos referido anteriormente. La teoría debe partir de una interpretación de la realidad actual, por tal motivo, la definición de una base social que de soporte a un proyecto de izquierda debe estar circunscrita a este esfuerzo.

Es cierto, los jóvenes no cuentan con un partido que represente sus intereses, pero creo que hoy más que nunca nuestra generación debe romper con el pasado, al cual reconozco valiosos aportes académicos e intelectuales, pero romper con quienes son los responsables de la casi extinción de la izquierda del escenario electoral y del consolidamiento de una alternativa política para el país es necesario.

Romper con la generación anterior no representa tirar por el suelo a Mariátegui, Arguedas y Flores Galindo, significa poner en cuestionamiento el actuar de las generaciones que dejaron todo este esfuerzo creativo de lado para concretar apetitos personales y dirigenciales. Recordando a “tito”, santificar a Mariátegui es convertirlo en un atasco para el desarrollo del marxismo en el Perú, lo que exige de nuestra generación un mayor esfuerzo creativo, teniendo a las ciencias sociales como su principal recurso de comprensión de la realidad y manteniendo la libertad de pensamiento como medio para ayudar a construir un proceso crítico desde su propio inicio.


Escrito por

Damiler Díaz Terán

Padre. Antropólogo. Hincha del Deportivo Municipal. Amante de leer todo sobre historia...


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