El pasado 23 de setiembre, se informó desde La Habana que el Gobierno Colombiano y las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FARC) habían llegado a un entendimiento por la paz que da fin a la violencia acaecida en el país por más de 50 años, la cual, ha sido definida por diversos entendidos, como la guerra civil más larga de la historia. 

Este acontecimiento ejemplifica que el diálogo es la mejor estrategia para alcanzar la pacificación de una sociedad que, como Colombia, se ha visto afectada por un proceso extendido de violencia interna que tuvo sus raíces en el “bogotazo”, suceso que se dio por el asesinato de Jorge Eliecer Gaitan, líder disidente del partido liberal, en 1948, quien representó una esperanza para los sectores populares de su país, por enarbolar diversas demandas políticas y sociales y cuya muerte despertó la indignación de diversos sectores sociales de Colombia, quienes se volcaron a las calles en una protesta que, poco a poco, se extendió a lo largo del país.

Este hecho originó que diversos sectores políticos liberales se radicalizaran y adoptaran como medio la vía armada para cumplir las demandas crecientes de los diversos movimientos populares de Colombia. Fue el inicio de las primeras experiencias guerrilleras, de la cual es heredera las FARC, aunque esta se haya formado en 1964.

Este anuncio de paz no es el primero en Colombia. Ya en 1984, el presidente Belisario Betancur inició un proceso de paz con los diversos movimientos guerrilleros del país, el cual levantó la esperanza de toda la sociedad colombiana por darle una salida política al conflicto, cuyos puntos de entendimiento contemplaba la conformación de las FARC en un partido político, quienes al final se agruparon en torno a la Unión Patriótica, un partido de izquierda que agrupó a diversos cuadros políticos de las guerrillas y dirigentes sociales.

En las elecciones de 1985 la Unión Patriótica alcanzó a posicionarse como la tercera fuerza electoral del país, siendo elegidos dos miembros de las FARC como diputados y diversos líderes sociales como representantes en el gobierno nacional. Este hecho representó un duro golpe para la vieja oligarquía colombiana, representada por el partido conservador, lo que produjo que este acuerdo de paz sea tirado por la borda y se iniciaran diversas acciones paramilitares que asesinaron a diversos líderes de la Unión Patriótica, razón por la que las FARC reinicia su accionar.

Otro esfuerzo por la paz fue iniciado por el gobierno de Andrés Pastrana, quien canjeó prisioneros de las FARC por diversas personalidades secuestradas por la guerrilla, pero todo el entendimiento quedó limitado a dicha acción.

Luego vino Álvaro Uribe y los procesos de paz quedaron de lado y definió una estrategia de confrontación con la guerrilla, dejando de lado el trabajo por desmilitarizar a los grupos paramilitares presentes en diversas localidades del país, haciendo caso omiso a las diversas violaciones que habían cometido.

Manuel Santos, por su parte, comprendió que dicha estrategia había fracasado e intentó, por diversos medios, concretar los canales de comunicación adecuados para establecer un acuerdo de paz, que le da a Colombia la satisfacción de una esperanza que el 23 de marzo del próximo año esperamos pueda concretarse.

A pesar de ser una reiterativa en los gobiernos conservadores aplicar una estrategia de confrontación a la guerrilla, consideramos que de parte de la clase dirigente colombiana nunca se intentó promover una guerra civil, como lo quisieron hacer la clase alta chilena, durante el gobierno de Allende o como quiere hacerlo parecer la clase alta peruana sucedió durante la década de 1980 y 1990, además de encender la pradera con los dardos mediáticos de cada titular que alienta una paranoia exacerbada por la liberación, ojo, por cumplimiento de condena, de Peter Cárdenas, cerrando espacios que permitan el mejor entendimiento de lo que pasó en el país y de una reconciliación nacional. 

Por otro lado, y a pesar de tener un conflicto interno, Colombia representa la tercera economía de la región latinoamericana, aunque manteniendo una gran desigualdad social y ser uno de los pocos países en el mundo que no ha tenido una real reforma agraria, lo que evidencia que lo índices macro económicos no pueden ser los únicos expuestos a la hora de hablar sobre desarrollo.

Sin embargo, desde la década de 1990, Colombia está viviendo un proceso de cambio en su clase política, donde nuevos líderes están asumiendo una labor destacada para la mejora de su país. Son los casos de Antanas Mockus, Sergio Fajardo Valderrama o Enrique Peñalosa, quienes han puesto en la agenda política temas sensibles como espacio público, procesos de paz, educación pública, ciudadanía, entre otros.

Este hecho en particular despierta la atención, porque las personalidades mencionadas, en el párrafo anterior, son intelectuales destacados venidos de los mejor del ambiente académico de Colombia: Antanas Mockus es un filósofo matemático, ex rector de la Universidad Nacional de Colombia; Sergio Fajardo Valderrama es un matemático, profesor de la Universidad de Antioquia; y Enrique Peñalosa, un destacado economista que fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia.

Esta premisa manifiesta la vinculación del ambiente académico universitario con el quehacer político diario de Colombia, espacios que en el Perú tienen una débil vinculación, por no decir nula.

Esperamos por el bien de Colombia que el camino a la paz se asiente y se afirme con la voluntad de las partes.