Lima: Diversa, desigual y desconectada
La noción que tenemos de ciudad está estrechamente relacionada a la de un territorio en el que viven un conjunto de personas totalmente desligadas de la producción primaria de alimentos y en el que desarrollan, por lo general, actividades económicas industriales y de servicios.
Sin embargo, pocas veces se ha pensado, en especial para la ciudad de Lima, como un espacio de vida socialmente construido, lo que ha conllevado a un proceso de marcada diferenciación social, expresa en la construcción urbanística de la ciudad.
A lo largo de la historia del país Lima ha sido el centro del poder administrativo, económico y político, lo que ha determinado que la construcción de nuestra comunidad nacional haya sido bajo los parámetros de la élite de poder asentada en la capital. Heredera de la colonia, la nación peruana se construyó bajo parámetros occidentales, marginando todo tipo de expresión identitatria opuesta a la misma.
Esta situación determinó, y acaso determinan, una histórica confrontación entre las poblaciones marginadas de esta construcción nacional y de las propias élites provincianas, que en afán de romper con ese eje hegemónico, iniciaron, en más de una ocasión, diversos procesos sociales, algunos de los cuales degeneraron en conflicto, en contra de Lima, las cuales se expresan en discursos peyorativos para con la ciudad capital y sus pobladores.
Con el proceso de migración, el crecimiento demográfico en los últimos 60 años, la presencia de la cultura andina en la ciudad, Lima no modificó sus referentes de identidad y aún mantiene el mismo universo simbólico cultural: vals, marinera, la otrora capital del virreinato, que Porras Barrenechea simplifico en la triada, el río, el puente y la alameda.
Esta condición ha generado un desarrollo desigual de la ciudad, la cual ha permitido hondas diferenciaciones en la misma, evidenciando brechas sociales que han determinado una limitada identidad limeña.
Como lo dijo Julio Ortega: “Esta polarización (Lima vs. El Perú) actualiza la tradición de un discurso acera de la legitimidad del centro limeño sobre la otra polaridad, la del país moderno y la del país tradicional.” Esta construcción mental que se ha hecho de la ciudad ha delimitado y separado Lima y el resto del país y, por tal, del Perú.