Alegatos a favor de la agricultura familiar en el Perú
La asociación entre desarrollo y crecimiento económico en el Perú, ha direccionado las políticas nacionales hacia la promoción de un modelo primario exportador, el cual ha permitido un crecimiento importante de la economía del país, expresado por el Producto Bruto Interno- PBI, el cual se ha asumido como el indicador por excelencia para medir nuestro desarrollo.
Este crecimiento ostensible de la economía peruana no ha sido acompañado de un proceso de reformas de segunda generación para el país, que permita reducir la desigualdad social, la pobreza extrema y la diversificación de la matriz productiva, por mencionar algunos, que permita la sostenibilidad de este crecimiento, sino por lo contrario, se ha acentuado un proceso de reconcentración de la matriz productiva –principalmente favoreciendo a las industrias extractivas y la agroexportación- y se mantiene un limitado gasto público, que limita la disminución de la desigualdad social y la pobreza extrema.
Esta condición del entendimiento del manejo de la economía y política del país ha favorecido algunos sectores económicos, principalmente las industrias del gas, petróleo, minería y la agroexportación, relegando a otros, como la agricultura familiar, también llamada pequeña agricultura, al casi total abandono.
Si sólo consideramos el PBI como único indicador para direccionar políticas en favor de una actividad económica, la minería (16,2% del PBI ) sería una de las actividades a las que mayor estímulo debería darse (y se lo da). Sin embargo, la agricultura (2% del PBI) tiene un mayor indicador de empleabilidad, generando más de 3 millones de empleos, mientras que la minería sólo alcanza 300 mil. Para un país como el Perú, de renta media, es mucho más importante medir su desarrollo a partir de la generación de empleo. Aun creciendo 0% en el PBI, el aumento de empleos en el Perú redituaría una mayor estabilidad económica y social. Por otro lado, no olvidemos que la agricultura, en especial, la agricultura familiar o pequeña agricultura, brinda el 80% de alimentos que forma parte de la canasta familiar, evidenciando la relevancia de este sector para el desarrollo del país.
Aun así, la agricultura no se ve favorecida por políticas que estimulen su dinámica, por lo que se hace necesario la implementación de acciones integrales en su favor, siendo una de las más importantes la inversión pública, ya que dichas inversiones tienen un alto índice de retorno.
Está comprobado, la inversión pública estimula el crecimiento económico del país, mucho más que sólo políticas tributarias. El presidente Pedro Pablo Kuczinsky se comprometió a disminuir en 1% el IGV. Nada más errado que estimular el crecimiento del país con una política tan mínima, ya que la única manera de que todos los peruanos podamos sentir esa reducción tributaria es que las empresas bajen los precios de los productos que ofertan en el mercado y ha quedado claro, por el ejemplo que conocimos hace poco, donde cadenas de farmacias concertaban precios, que esto no se va dar si es que no hay una regulación en el mercado por parte del Estado. La inversión pública, por el contrario, permite dinamizar la economía del país, ya que las inversiones en infraestructura favorecen sectores como el comercio, el turismo; las inversiones en educación, permiten desarrollar capacidades en la población que permitirá la mejora de la calidad de vida de la misma, lo que hará tener mejores profesionales, técnicos, trabajadores; la inversión pública en salud es sinónimo de calidad de vida. No solo las medidas tributarias salvarán al Perú.
Consideramos que la agricultura, como actividad económica, no es exenta de un contexto mayor, como las decisiones políticas que se vienen negociando para acuerdos comerciales, como el UPOV, que ya ha sido suscrito por el Perú y que la afectan directamente.
La agricultura en el Perú es el único sector económico que tiene un amparo constitucional, por la que se exige a los gobiernos de turno tener un trato preferente para con ella. Poco se ha hecho en su favor y estamos condenando al país a un desarrollo tan básico que nos hace proclives a sufrir cualquier crisis en lo próximo.